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Una Entrevista con Arturo Camacho

Entrevista por Fabián Buelvas (Lee la historia) 14 de junio de 2021

Arturo Camacho

Arturo Camacho

¿Cómo nace este cuento?

Es uno de los que escribí para la tesis creativa con la que me gradué de literato compuesta por cuentos breves y poemas a la que titulé Sueño con levantamientos. Ese, como los demás textos, nació del ejercicio creativo de traducir mis sueños: primero desde la maraña confusa de sensaciones que son al momento de despertar hacia una libreta que guardo en la mesa de noche con rayones y frases sueltas, luego de la libreta al documento de Word y después al espacio distante, terrible y también embriagador, que me permite pensar el sueño ya no como un recuerdo al que le debo fidelidad, sino como a una historia que puedo contar como me pegue la gana, un espacio en el que entiendo la creación del texto como una forma de seguir soñando. Encuentro una narración, me dejo llevar, recorto frases, extermino comas y edito hasta un cansancio que suele llegar pronto. Este cuento en particular es la adaptación de un sueño que tuve en el que una de las bestias peludas de la familia se salía del terreno de la casa y recién al volver de algún viaje nos dábamos cuenta. Ese también es uno de mis miedos más recurrentes después de haber vivido tantos años en medio de las montañas y cargar las historias que cargo de animales muertos.

Tu cuento explora la relación con los animales en una perspectiva entre lo salvaje y lo doméstico. ¿Podemos las personas, realmente, domesticar animales?

Más que domesticar, creo que podemos convivir con los demás animales tanto como podemos convivir con los otros animales humanos, es decir, de manera conflictiva y entre una compleja red de relacionamientos. Lo doméstico, para mí, viene de una perspectiva que busca la dominación del entorno, de los otros animales, del fuego, de la electricidad, de las olas, del dolor, de la voluntad, etcétera, y a su vez solamente encuentra en lo salvaje una incógnita que en realidad representa la frustración por no haber podido domesticarlo. Creo que este es el tipo de conceptos que, entre otras cosas, deviene en un sentido de competencia que lo pudre todo en nuestra sociedad y por eso busco, al menos en la ficción que escribo, desmarcarme de eso tanto como sea capaz y explorar otro tipo de contactos con nuestro entorno. Elementos que a primera vista aparecen solo metafóricos pero que muchas veces al escribir los pienso más literales son algunos de los que me permiten ahondar esos contactos: la oscuridad de la casa que se abre en bienvenida, la perra, el padre y la montaña que se tienen entre sí; las piedras que rumorean sobre las desapariciones o los grillos y las luciérnagas que reciben en su seno al conductor.

Tratas un drama familiar muy común y lo transformas en un cuento con mucha tensión y misterio. ¿Sigue vigente el tema de la familia en la literatura?

Aunque la vigencia de los temas no es, para nada, algo en lo que piense al escribir, creo que mientras esa estructura nuclear de organización social en la que crecemos a la que hemos llamado familia permanezca, seguirá entrometiéndose en la literatura con todos sus dramas y matices. De todos modos tampoco es que escriba pensando en mantener una tradición literaria, solamente lo hago desde los temas que me atraviesan y resulta que el de la familia es uno. En este cuento, por ejemplo, la perra es un miembro de esa estructura que desaparece igual que el padre y sus ausencias son equivalentes. Al mismo tiempo, la familia se reconfigura con cada pérdida, relacionándose de una manera distinta cada vez, sin destruirse.

¿Qué otros temas exploras en tus cuentos?

Retomando un poco la anterior pregunta, en los demás cuentos y poemas que escribí para Sueño con levantamientos las relaciones familiares de varios tipos suelen estar presentes, en parte porque así son muchos de mis sueños, confieso, compuestos de familias que se extravían en el absurdo. También aparece este paisaje montañoso, sembrado de matas de plátano, árboles de naranja, gallinas, grillos, ranas, chicharras, perros, polvo, semillas y neblina en el que viví hasta entrar a la universidad y al que he regresado con la pandemia. Pero bueno, no se queda en esos dos, al tratarse de sueños, abordo sucesos de diversa clase, robos a casas religiosas, sectas en pueblos vegetales y calurosos, persecuciones por la ciudad, invasiones planetarias, proyecciones de películas al aire libre, peregrinaciones a cavernas en montañas nevadas, librerías revestidas de memes, rituales mafiosos de mayoría de edad, videojuegos que predicen el presente al estilo de los textos de Melquíades y otros. Casi siempre escribo dejándome influir por los géneros literarios que me atraen: el absurdo, la ciencia ficción, la fantasía y la narrativa de investigación; además de otras formas de literatura no tan escrita como los videojuegos y el anime.

Finalmente, para mí escribir no solo fue encontrar una forma de seguir soñando y así quebrar algunos límites de lo que considero el desarrollo canónico de un relato, sino que siempre ha sido un sinónimo de jugar. Así los textos también nacieron como juegos creativos donde me proponía un tiempo verbal, una persona para escribirlos y además ponía a sonar en repetición alguna canción o un género musical asociado al texto mientras escribía y editaba. Con Nuestra vorágine alterné entre la banda sonora de Apocalypse Now y una serie maravillosa que encontré de ambientes sonoros para jugar Calabozos y dragones, de la que seleccioné, el ambiente de “pantano”. Lo del juego es en serio, aunque también junte en los textos hondas tristezas y temores, pocas cosas me dan tanto placer como describir una escena que se desvía a una velocidad apremiante con cada palabra y se transforma en algo más. Luego se la muestro a mis amistades, ninguna entiende qué está pasando y me toca editar la velocidad, sembrarla de estacionamientos, señales de tránsito, grandes lagos, cruces de vacas y explicaciones; pero esa parte del juego también es hermosa.

Sobre el autor

Arturo Camacho (Bogotá, 1996) nació a los seis meses y medio de embarazo luego de una pelea entre sus padres y unas enfermeras lo cuidaron en una incubadora de vidrio. Pasó su infancia en el campo cerca de la ciudad en medio de perros y gatos que han muerto a lo largo de los años y recuerda cuando menos los espera. Luego vivió en la congelada capital del país donde se licenció en Letras. Ahora pasa su tiempo, como siempre lo ha hecho, entre videojuegos, hombres e historias, en las planicies de Iowa donde termina un MFA de escritura creativa en español.

Sobre el entrevistador

Fabián Buelvas (Barranquilla, 1985) is the author of La hipótesis de la Reina Roja (2017). His stories and chronicles have been published in El Malpensante, Nexos (México), El Heraldo and Corónica. His novel Tres informes de carnaval won the Premio de Novela Distrito de Barranquilla, Colombia. Currently, he writes about culture in Contexto and Corónica.

Esta entrevista apareció en SmokeLong en Español — Número Uno de SmokeLong Quarterly.
SmokeLong Quarterly SmokeLong en Español — Número Uno
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